USHUAIA / EL CALAFATE
Es imposible describir con palabras las sensaciones que he tenido en este viaje.
Por encima de todo ha sido un encuentro con la naturaleza en estado puro.
Cuando se habla de cambio climático, calentamiento global, terremotos, tsunamis, volcanes en erupción, lluvias torrenciales, sequías devastadoras, deshielos...siempre lo escuchas pensando que sabes de lo que te están hablando, pero la realidad es que hasta que no estás frente a un fenómeno natural de este tipo, ojalá nunca tenga que estarlo, no llegas a sentir al 100x100 todo aquello que un día oiste.
Estar frente al Glaciar Perito Moreno, ese inmenso bloque de hielo con una superficie similar a la de Buenos Aires, escuchando y viendo a cada momento como bloques de hielo se desploman debido al calentamiento del planeta, te hace sentir un poco todo eso que has oido.
Uno se queda sin palabras ante la majestuosidad de la naturaleza en estado puro. No alcanza a entender que algún día todo eso pueda desaparecer e incluso muy desde sus adentros se niega a pensar que eso vaya a suceder.
Pero la realidad es otra.
La realidad es que el deshielo del Glaciar es cada vez mas latente. Lo que ocurre es que al ser tan grande la superficie que aún ocupa, pensamos que ello llevará aún mucho tiempo, y que a lo mejor los gobiernos se ponen de acuerdo y estamos a tiempo de pararlo.
Pocas esperanzas nos empiezan a quedar si queremos salvar el planeta en poco tiempo.
Doy gracias por haber podido tener el privilegio de comprobar con mis propios ojos la belleza de esta parte del mundo.
Ver colonias de pinguinos viviendo en medio del mar, en una isla donde parece que nada pudiera pasarles, o contemplar lobos marinos tomando el sol a temperaturas bajo cero, a la vez que cormoranes voletéan por encima de tu cabeza, no tiene desperdicio.
Tierra de Fuego la llaman, y está helada.
El sur de Argentina es uno de esos reductos que sale de vez en cuando en National Geographic, un sitio del que has oido hablar, visto imágenes en televisión, pero al que uno no va de paso.
Al Fin del Mundo hay que ir, no se pasa por ahí camino de algún otro sitio. Recibe ese nombre precisamente porque ahí acaba el viaje. De hecho, la autopista Panamericana que une toda América desde Cánadá, acaba ahí.
Y yo estuve donde todo acaba, o me gustaría pensar, donde todo empieza.
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L.G.E. -