CUBA Y LA PIRAMIDE DE MASLOW
Ya de vuelta de Cuba, el viaje no podía haber sido mejor. La experiencia satisfactoria, el país increíble y su gente, extraordinaria.
Resumir 17 intensos días en un parrafo va a ser muy complicado, sobre todo cuando lo que queremos resumir son emociones.
Creo que de Cuba se ha dicho de todo o casi de todo, pero yo lo único que quiero decir desde aquí es algo que me gustaría se dejara de decir; ¿porqué lo primero que, el 99% de la gente que te ve a tu vuelta de Cuba, te pregunta es: "HAS FOLLADO"? Me parece tan penoso que tanta emoción, tanta vivencia, tanta información compartida, conversaciones maravillosas, paisajes extraordinarios, momentos inexplicables se tengan que resumir en esa pregunta. Pues desde aquí contesto: NO, NO HE FOLLADO.
Los Cubanos son gente extraordinaria que tienen la mala suerte de haber nacido, crecido o envejecido en un régimen que les ahoga. El embargo los ha alejado del mundo. Cuba se ha convertido en una cárcel para muchos, la gran mayoría, una cárcel de la que cada vez más quieren escapar.
Cuando uno tiene la suerte de entrar a compartir el día a día del Cubano,una de las cosas que entiende es que aquel que viene de turista, con un turismo "enlatado", se lleve la impresión de que los cubanos se quejan todo el tiempo cuando en Cuba hay de todo. Verdad, hay de todo, o casi de todo, pero sólo para el turista.
En Cuba existe una particularidad que no ocurre en ningún otro lugar del mundo, existen dos monedas de uso legal, el peso cubano o moneda nacional, y la divisa o peso convertible. La diferencia entre ambas monedas es lo que hace peculiar esta situación.
Un peso Cubano equivale a 0,24 peso convertible, y un peso convertible a 1,17 euros.
Un Cubano cobra su sueldo en moneda nacional, unos 400 pesos, al cambio serían 18 euros aprox. Evidentemente esto hace que la gran mayoría de los productos se conviertan en algo inaccesible para ellos. ¿De qué sirve tener una tele de plasma si no tienes la posibilidad de comprarla? Un Cubano tendría que ahorrar su sueldo durante dos años para comprarse una, lo que significaría no comer, ni vestirse ni muchas otras cosas mas durante esos dos años. Pero vayamos por parte.
Nada mas llegar a La Habana. 11 horas de vuelo, nos presentamos en casa de Nancy, la mamá de Enrique, un chico Cubano que conocíamos de Madrid y quería que le lleváramos 80€ para que repartiera entre familiares, entre los que se incluía un hijo de unos 10 años que había dejado en Cuba.
Nuestra intención, por lo tarde que era cuando llegamos, era pasar la noche en su casa, y a la mañana siguiente irnos a una casa particular de la lista que llevábamos. Imposible. Una vez que entras en casa de un Cubano, la hospitalidad es tan grande que no te dejan ir. Aunque no tienen de nada te lo ofrecen todo.
Nancy nos había preparado la habitación de ella y de su marido para nosotros. Nos habían preparado esa habitación y ellos se habían ido a una mas pequeña, que correspondía a la que utilizaba su hijo cuando vivía con ellos. Fueron 6 días en los que comimos, durmimos y vivimos como lo hace una humilde familia cubana. Nos empapamos de todo lo que acontece en su día a día. Sus penas, sus alegrías, sus frustraciones, sus deseos, sus añoranzas, que son muchas. Te das cuenta de lo afortunado que somos viviendo en el primer mundo, y por otro lado tomas conciencia de que lo primero que el ser humano tiene que cubrir son sus necesidades básicas, el comer y el dormir, el beber, el follar. Esto me recordó "La piramide de Maslow" y me dí cuenta que en el fondo nuestras necesidades no son tan distintas, la diferencia es la imposibilidad de poder cubrirlas.
Cuando has tenido que abandonar a tus hijos, separarte de tus seres querido, buscar las necesidades lejos de tu entorno, todo se hace mas difícil. Personas que han tenido que buscar una salida a ese paraiso para turistas pero infierno para muchos de sus habitantes.
Para disfrutar de Cuba hay que ver, oir y callar. Si te implicas emocionalmente, que es lo fácil,puede convertirse en un viaje duro. Si te distancias emocionalmente, la dureza compensa la parte festiva, el buen humor, los paisajes, los sabores, los sonidos que la isla ofrece, que son muchos.
Playas del Este, dos días, ir, ver, bañarse y volver a La Habana, una ciudad que ofrece contrastes tan dispares como interesantes. Desde cenar en el balcón de un palacete en La Plaza de la Catedral viendo pasar con la luna de fondo un Buque Escuela entre sus callejones que dan al malecón, hasta compartir con los cubanos un autobús de linea en los que el turista ni se atreve a usar ya que van llenos a reventar.
Lo mejor de La Habana es perderse entre sus calles.Hemos comido en la calle pagando con moneda nacional, en sitios que solo frecuentan ellos. Hemos estado en la terraza del Hotel Nacional con la idea de tomarnos un mojito, hemos disfrutado de una maravillosa actuación de Jazz en uno de los sitios emblemáticos, hemos visto mucha música en directo. Música en la calle, en los restaurantes en los Hoteles, Cuba es música y mojitos, música y arroz con frijoles y para el turista música y langosta, pero sobre todo, Cuba es música y alegría.
Matanzas, Varadero, Cayo Sabinal, Cienfuegos, Trinidad, Cayo Coco, Viñales, Pinar del Rio, Parques Naturales, Playas de arena blanca, autopistas inacabadas, gente que te para y a la que llevas, y aventura, mucha aventura y gente maravillosa por donde quiera que vas.
Regresaré para ir a Santiago.
2 comentarios
Anita -
Vamos juntos amore?? ;)
amanda flores -
A mí me sigue matando que a los andaluces se nos siga relacionando con la flojera, con la siesta y con el traje de faralaes, pero esto es así. Afortunadamente los necios son aquellos siguen relacionando ciudades y personas que no conocen, con leyendas urbanas de los que han ido y regresan del viaje contando la historia del parchís. Se comen una y se cuentan veinte...
Pobre gente..
(uy, me ha salido un pareado)
Te veo pronto. Besos