COMPROMISOS Y PSICOANÁLISIS.
Uno de mis grandes defectos, tengo varios, es que soy una persona que toda su vida ha huido del compromiso. Mis compromisos son conmigo mismo, me resulta difícil comprometerme con alguien y eso creo me ha traumatizado.
Cuando me comprometo con algo mío nunca tengo problema, porque se que aunque no lo cumpla, nunca me voy a decepcionar, ya que todos mis compromisos se hacen desde el único sitio desde el que uno no se equivoca nunca, desde el corazón.
Cuando me comprometo con alguien la cosa cambia. No se donde o cuando empezó esa sensación de tener que satisfacer a todos , de quedar bien con todos, de agradar a todos, pero debo confesar que ya me está empezando a tocar los cojones. Primero porque nadie me pide eso, soy yo el que automáticamente parece que tengo que quedar por encima de cualquiera de las espectativas que se hayan creado, y segundo, porque me afecta a mi relación con los otros.
Un amigo mío psicólogo me dijo que mirara en mi infancia, que seguro que había algo ahí que había que arreglar.
Aunque sea un tópico, los tópicos están por algo, creo que tiene razón.
Soy una persona a la que resulta muy fácil dar muestras de cariño, de afecto, no solo verbalmente que es lo fácil, sino a través del abrazo, del beso, de la caricia, de la mirada, que es como uno demuestra los afectos de verdad.
Es a la hora de recibirlos cuando me bloqueo. No sé recibir los afectos, las muestras de cariño, ya que inevitablemente me crea un compromiso que no estoy preparado para asumir. Ese compromiso, tengo que decir, no es hacia la otra persona, sino conmigo mismo. Enseguida pienso que el afecto lleva al cariño y el cariño al amor, y es ahí donde está el problema. El amor es el que entiendo el mayor de los compromisos, y es en el momento en que te enamoras cuando uno está atado de por vida. DE POR VIDA!!!
Da vértigo pensar que algo pueda ser para toda la vida. Yo, que siempre he sido un defensor a ultranza de la libertad personal, pienso que esa libertad se anularía en el momento en que te comprometieras, y si hablamos de hijos, ya ni te cuento.
Por supuesto que ese es un problema mío. Conozco matrimonios muy felices que después de 50 años siguen como el primer día. MENTIRA, no conozco ninguno.
No quiero decir con ello que no los haya, por supuesto que los habrá. Tengo amigos muy enamorados que están esperando hijos y que viven su amor día a día, alimentándolo a base de esfuerzo, pero sobre todo de cariño.
Me quito el sombrero ante ellos.
En cualquier caso, y volviendo a mi problema con el compromiso, creo que lo que realmente no entiendo es que los compromisos sean para toda la vida; los compromisos son de día a día. Eso de "hasta que la muerte nos separe" , debería sustituirse por "mientras dure el amor", y así , al igual que cuando se acaba el verano empieza el otoño y no por ello dejamos de disfrutar de la playa, del sol, de los chiringuitos, cuando se acabe el amor que no nos quede la sensación de que no lo hemos disfrutado.
Esa debería ser la consigna. En lugar de pensar que cuando se acaba el amor se acaba todo y solo queda vacío y dolor, deberíamos pensar en disfrutarlo lo máximo posible, porque si se acaba, al menos lo habremos disfrutado a tope.
Creo que acabo de dar con la clave. Hay que estar enamorado de por vida, aunque no sea de la misma persona. Lo importante es amar, aunque no sea siempre a la misma persona. Si es a la misma, cojonudo, pero de verdad, no estar por estar, si no, a por otra. Y aunque suena soez creo que la única manera de amar es, al contrario de lo que nos han vendido hasta ahora de , "hasta que la muerte nos separe", en realidad es hasta que se acabe el amor, y así, al igual que cuando se acaba el verano sabremos que tres estaciones después volverá de nuevo, cuando se acabe el amor, deberíamos saber que tres estaciones después llegará el siguiente.
Qué listo mi amigo Jose Alberto. Ahora lo entiendo.
Me acabo de ahorrar al psicoanalista.
2 comentarios
Teresa -
una mujer enamorada... -