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CAPITULO PRIMERO- MARIPOSAS EN EL ESTÓMAGO

CAPITULO PRIMERO- MARIPOSAS EN EL ESTÓMAGO

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Se encontraba en su habitación, con la mochila abierta encima de la cama, vacía, la mochila, la cama había estado vacía siempre, desde siempre, la miraba y se preguntaba que meter en ella.

Diez minutos, habían pasado diez minutos y la mochila seguía vacía. Ni siquiera sentía aquellas mariposas en el estómago que recordaba haber sentido la primera vez que realizó el mismo viaje.

Habían pasado diecisiete años y las mariposas habían desaparecido. La mochila. La mochila seguía ahí.

Abrió un cajón, el primero, el mas alto de la cómoda, donde guardaba la ropa interior y los calcetines. Calzoncillos y calcetines tenía que llevar, de eso estaba seguro. Al sacar los calzoncillos se encontró con dos condones que debían llevar ahí desde siempre. Pensó llevárselos. Luego recapacitó. Si algo tenía claro con este viaje era que no quería premeditar nada. Nada de planes. Ya había hecho bastantes planes en los últimos años.

Metió calzoncillos y calcetines en la mochila.

Abrió el siguiente cajón. Camisetas. En Nueva York, en noviembre hace friacute;o, mucho frío, y la verdad es que tampoco tenía mucho sentido llevarse demasiadas camisetas. En Nueva York las camisetas son baratas. Siempre podría comprarse camisetas.

Tres pantalones, cuatro camisas, un par de jerseis de cuello alto, una cazadora y un par de zapatillas de repuesto.

Ya tenía la mochila llena. Todo lo que le faltara lo compraría en Nueva York.

Dejó la mochila abierta y se fue a la calle. Tenía que hacer algunas compras de última hora.

Le habían encargado queso. Antes  había investigado sobre la  posibilidad de entrar queso en el país y podía, siempre que fuera curado y estuviera envasado al vacío.

Cuando decidió el queso que se llevaría, antes de pagar pasó por la sección de vinos y decidió comprar un buen tinto para acompañarlo.

- Ya está - pensó - voy a la oficina a recoger el I.pod que dejé para que me lo llenaran de canciones, me despido, y a casa.

En la oficina estaban liados. En unos días se inauguraba "Charada Club de Baile". Por fín había llegado el día tan esperado y  él no iba a estar.

Estuvo el día que apareció el local . Ese día, en Valdemorillos, sentados en una terraza, Petro, con una inmensa sonrisa en su cara se lo dijo: 

- He encontrado un local maravilloso para hacer lo que siempre he querido. Está en el centro de Madrid, en Santo Domingo, y reúne todas las características necesarias. Hay que hacer obra, eso seguro, y lo mas importante, encontrar socio.

Habían pasado casi cuatro años y ya se inauguraba. Él no estaría.

Cogió el I.pod con todas las canciones seleccionadas para el viaje, y les dejó trabajando. 

Se fue en silencio, como observando en un segundo plano una escena en la que  no estaba incluido. 

En ese momento sintió algo en el estómago,  las mariposas habían vuelto.

 

 

1 comentario

Euripedes -

la fortuna, en verdad, ayuda a aquellos que tienen buen juicio...
;9
Buenas sensaciones